lunes, 10 de octubre de 2011

Realmente me sorprendió tu pregunta. ¿Cómo puede ser posible que, después de tanto tiempo, desconozcas la respuesta?
Después de todos los atardeceres juntos, con el sol jugando a encender tu pelo como si de fuego se tratara, de los días en la playa, con la arena pegándose a tu piel oscura y el mar reflejándose en tus ojos negros. Y las tardes en el campo, con tus labios rosados casi rozando la hierba húmeda.
Después de todas esas noches en las que tu alma brillaba en la oscuridad, como un arcoiris iridiscente que atravesaba hasta las sábanas... ¿todavía no sabes, Andrea, que mi color favorito eres tú?

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