Me gusta contemplarte cuando duermes.
El sol de madrugada entrando por las ventanas mientras yo me arrepiento una vez más de haberte invitado a pasar, de esos tequilas de más, de que vuelvas a estar envuelto entre mis sábanas; un adonis de túnica blanca que parece rejuvenecer aún más al entregarse a los dulces brazos de Morfeo.
Despegas levemente los labios. Murmuras. Sé que aún duermes, pues he tenido tiempo de sobra para aprender como todos y cada uno de tus músculos se relajan cuando caes en la inconsciencia. Sin embargo, también sé que tu subconsciente es más sincero que tú mismo, y por eso me estremezco de placer cuando suspiras esas dos palabras.
Te quiero. Te quiero y me arrepiento de nuevo. Te quiero y siento ganas de correr y no volver a mirar atrás. Te quiero, y han sido demasiados años. Demasiado tiempo hasta ser capaces de reconocernos que nos estábamos equivocando. Que nos equivocaremos siempre.
El sol de madrugada entrando por las ventanas mientras yo me arrepiento una vez más de haberte invitado a pasar, de esos tequilas de más, de que vuelvas a estar envuelto entre mis sábanas; un adonis de túnica blanca que parece rejuvenecer aún más al entregarse a los dulces brazos de Morfeo.
Despegas levemente los labios. Murmuras. Sé que aún duermes, pues he tenido tiempo de sobra para aprender como todos y cada uno de tus músculos se relajan cuando caes en la inconsciencia. Sin embargo, también sé que tu subconsciente es más sincero que tú mismo, y por eso me estremezco de placer cuando suspiras esas dos palabras.
Te quiero. Te quiero y me arrepiento de nuevo. Te quiero y siento ganas de correr y no volver a mirar atrás. Te quiero, y han sido demasiados años. Demasiado tiempo hasta ser capaces de reconocernos que nos estábamos equivocando. Que nos equivocaremos siempre.
¿Sabes? Siempre fuiste mi error favorito.